Películas y más películas.-
Estaba disfrutando de una película de las de antes (de las que yo ya consideraba antiguas en mi adolescencia) cuando me he detenido a pensar en la protagonista, Kim Novak, la actriz más atractiva de todas según mi padre, y la he intentado recolocar mentalmente en estos tiempos. En unos minutos sólo he hallado espacio para ella en la imaginación de algunos hombres mayores de cincuenta, porque tampoco me parece el prototipo femenino que pueda gustar a las mujeres que actualmente se sienten atraídas por otras mujeres (supongo) y además la estética ha sufrido un cambio sin parangón.
Antiguamente uno tenía claro siguiendo el guión quién era el bueno, quién el malo y quién no lo desvelaba hasta el final. Y había malos y malas guapos y feos, todos aseados casi siempre, que te despertaban del letargo con sus miradas gatunas, sus sonrisas blanqueadas, sus desplantes, sus duelos, sus pasiones tormentosas o sus espectáculos circenses. Ahora reina la complejidad. En general el o la protagonista habitualmente describe una infancia dramática, a veces con maltratos e incluso violaciones, sus relaciones interpersonales rayan en lo patológico estilo Atracción Fatal y la trama se desarrolla con cientos de idas y venidas, doscientos tacos, un par de actos sexuales muy patentes rápidamente estruendosos y de carácter incierto que dejan al espectador impresionado y escasamente imaginativo dudando sobre la orientación del galán, que ya no lo es porque aparece sudoroso, con el pelo engreñado y sin duchar. Si se trata de violencia el ensañamiento domina el cotarro y en las escenas de guerra la cabeza es cortada y los cuerpos desmembrados en el fragor de la batalla para que el observador tenga claro que una guerra no es ninguna tontería.
¿Pero y si hablamos de juegos de ordenador?. Pues ocurre lo mismo. Ya no se trata de un pequeño Larry cuyo único afán es acostarse con alguna de las chicas y nunca lo consigue porque las indicaciones del jugador siempre están equivocadas, de un Indiana que escala y salta con diversión muretes de piedra o de moscas volantes que te atacan cada vez más rápido. Ahora cuatro o cinco luchadores (que además hablan entre sí con sus auriculares puestos desde diferentes partes del mundo) se agreden, se torturan y se matan en las ruinas de una ciudad destruida por los bombardeos y los disparos y las armas son clones de las auténticas, con lo que en lugar de parecer una recreación uno lo confunde con el mundo real.
Recuerdo tumbarme en el suelo durante las sobremesas de los Sábados para hacer cabriolas entre las mesas con el espadachín que salía por la televisión, identificándome con claridad yo como ser humano de carne y hueso y él como personaje de ficción, incluso aunque se estuviera relatando un hecho real. Así, cuando llegaban los créditos del final quedaban grandes espacios imaginativos por cubrir que se rellenaban alegremente.
Una de las escenas que me dejaron, sin embargo, más impactada en mi vida fué la del comienzo de Salvar al Soldado Ryan en una sala moderna, escuchando las balas en mis orejas a modo de planetario hemiesférico inmersa en el caos agresivo como uno más de aquellos militares.
Comparándolo con la pintura... El Bosco y Antonio López. Para gustos los colores. Y Antonio es un genio pero yo, ya lo siento, soy del clan Jerónimo y hay cosas de hoy que no me gustan nada.
Comentarios
Publicar un comentario
Eres libre de opinar