A VOCES
Vamos a navegar los ríos rusos con la música de los Beatles versionada por el movimiento de las hélices de los Magnetobarcos, a tocar blues con la armónica virtual en Re o en Mi (según gustos musicales) con escalas ajustables por la voz antes de dormir, a montar el poliedro-aleatorio de Rubik cada siesta, a surfear utilizando tablas ‘customizadas’ con carrito transportable a motor incorporado de serie en Somo (que sobrevivirá indemne), a componer música de películas con nuestro microordenador de bolsillo nonWifi Cloud y la guitarra-anillo extensible desde las playas del Caribe, a hacer papiroflexia 4D y 5D, a beber mojitos que cambien de color con el olfato, a crear películas iónicas como práctica deportiva y participar en ellas con nuestros amigos desde el salón de casa, a conducir nuestro MicroTurboAereoPedalio Made in El Pedregal del Tintorro estilo Scalextric Vintage y montar en globo propulsado por la respiración de los ocupantes a intervalos elegidos al azar, y a soñar en REM o en SOL XX, XY o XZ a gusto neurofuncional previo pago en tiempo sináptico.
Así va a ser la vejez de nuestra generación.
Y las generaciones posteriores se morirán de envidia, porque no sabrán nunca reirse al unísono como nosotros.
Es la ventaja de habernos criado simples y ser capaces de complicarnos todo lo que nos dé la gana y más.
Me dio por imaginar, ya lo siento.
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