Conversaciones sobre Radiología
Conversaciones sobre Radiología.-
¿Cuál es la táctica para controlar a los que somos difícilmente controlables..?. Cuanto menos sepamos menos opinaremos. Pienso que nuestra sociedad debería realizar un análisis de conciencia, de esos que hacíamos los que hemos sido educados en colegios de "curas o monjas" cuando íbamos de "Convivencia" (sinceramente creo que se trataba de una práctica nada perjudicial... Al menos a mí me ayudaba a pausarme, a visualizar y percibir mi entorno como un regalo, e intentar poner mis cualidades a su disposición... ¿Eso es malo?...). Hoy, con la sombra del cuasiagnosticismo sobre mi cabeza, observaba a una mujer mientras me explicaba planes organizativos en su despacho, intentando escucharla en lugar de pegarle un puñetazo en el estómago, que era lo que me apetecía, porque es lo que me enseñaron mis padres y mis profesores en esos "colegios tan espantosos en los que hoy día dicen que se aliena al ser humano". Miré sus ojos... Ausentes... Carentes de la profundidad a la que me acostumbraron desde niña y comprendí que probablemente no sabe desenvolverse de una manera diferente... Sólo a gritos... Yo he tenido que aprender de nuevo a gritar... Gritaba en mi adolescencia, mucho. Era impulsiva, intransigente y muy alegre. Me modelaron para adquirir tolerancia, capacidad de trabajo, para soportar adecuadamente la frustración y mil cosas más... Y al final un medio empobrecido con pocos recursos se impone al mío, "optimizado" para olvidarme de mí misma en pro de unos "beneficios sociales". El sistema sanitario que hemos cultivado hasta ahora supone un tremendo bien sociocultural, pero maltrata al trabajador responsable, al que se implica con el día a día, al cabal, que acaba viviendo el dolor ajeno como algo personal. Las Direcciones y Gerencias hospitalarias lo saben. ¿Cómo se reivindican derechos de los trabajadores en Sanidad cuando uno convive con la enfermedad, el dolor y la muerte a diario?... ¿Alguien que no sea médico se plantea que para estudiar esta carrera se sacan muertos de piscinas de Formol mediante ganchos?...¿que la primera disección de la clase de Medicina Legal del Instituto Anatómico Forense que ve una (yo) es de un niño de menos de un año de vida?...¿que se aprende a "sacar sangre" pinchándose unos otros?... ¿Que se tienen huesos reales de personas reales en casa para estudiar?... ¿Que el trabajo diario de un ser humano puede consistir en averiguar cuál de los diez pacientes terminales que está revisando va a llegar a poder cenar en Nochebuena?...
Estoy harta de sentir que ser médico es como ser sacerdote... Cuando voy en el tren a Alicante para relajarme y descansar fotografiando la playa antes de nuestra "guerra social", el niño que está sentado al otro lado del pasillo, de ojos enormes, y piel de ébano, no para de toser, y toser, y toser... Y me veo en la obligación de preguntar a su madre si quiere un Paracetamol... A los médicos no nos valora nadie, a los radiólogos menos aún... ... Como mucho algún especialista diferente, un cirujano o un internista de años, al que periódicamente le resolvemos "casos problema" que no tiene ni idea de cómo enfocar, o nuestros propios padres, que nos han visto pelear siempre, ahora incluso por conservar su salud añosa porque, aún hoy, nos dan estabilidad familiar, afectiva e incluso, el más afortunado, económica, subvencionando la ortodoncia de los niños... A lo mejor he sido yo, o Jaime, o Raquel, o Pepe, o José Antonio, el que ha diagnosticado una lesión espeluznante en el pulmón, en el fémur, en el hígado o en el páncreas en estadio muy precoz, porque ha estudiado mucho, porque estaba despierto esa mañana, porque tiene un gran sentido común o sencillamente porque es un genio de la imagen... Y le salva la vida a una persona, aunque el paciente en cuestión no lo sabe porque nunca le ve la cara, ni va a ser su médico, ni su cirujano, ni nada...
Y cuando miro por la ventana del despacho desde detrás de mi estación (que es "mi paciente"), en mi sala oscura de trabajo que coloquialmente llamo "zulo" porque no tiene ventilación, no veo sol, ni cielo, ni nubes,.. Porque en realidad es un pasillo donde a veces hay camas vacías, a veces pacientes con la piel color amarillo "canario" en camas o sillas de ruedas esperando hacerse una colangio-resonancia, a veces ancianos demenciados y alguna vez médicos o técnicos comentando casos clínicos, hablando de sus cosas o enseñando las fotos de sus hijos o nietos en el "smartphone" de última generación que se acaban de comprar (Ni que un teléfono pudiera ser listo).
Y ni siquiera siente uno el placer de divertirse mirando la combinación de colores de la ropa que llevan los compañeros porque va tapada de blanco o la han dejado en la taquilla para transformarse en "invasores del espacio vestidos de verde" (que es verde para que se note poco la sangre si uno se mancha)... Y se habla de esputos amarillos y diarreas verdosas cuando en realidad produce una repulsión desmesurada... Pero aún puede ser peor... Diagnosticar a cualquiera de esas personas con las que trabajas (o a sus padres, o a sus hijos, o a sus mujeres) de una esclerosis múltiple o un cáncer de ovario... Y saber desde el principio dónde y cómo están las cosas... ¡Huelga!... ¡HUELGA!...¡QUE COÑO HUELGA!... ¡Nos tendrían que hacer un monumento por no morirnos de un infarto cuando uno de nuestros hijos nos dice que le duele la cabeza!... ¡Y tenemos que estar peleando porque después de trabajar dieciséis años como especialistas, cuatro como residente y seis como estudiante "pringado" que sale de copas menos que nadie, empolla cual mula y tiene clase de 8 a 7 (así era cuando yo tenía veinte años), y de padecer todos los días de tu vida asistencial (TODOS) una presión ambiental brutal sobrañadida a un sentimiento de responsabilidad sobrecogedor, aún te pueden echar de tu trabajo cualquier día porque exiges poder descansar treinta y seis horas seguidas a la semana para seguir conviviendo con la enfermedad sin agotarte física, que no espiritualmente.
Con sinceridad... Los médicos de este país lo que realmente reivindicamos es un poco de respeto para nuestra profesión, porque jugar con la vida y la muerte del ser humano no es bonito, a veces es gratificante, pero otras muchas es grotesco, GROTESCO COMO LA VIDA MISMA.
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